miércoles, 11 de febrero de 2009

Asignación de un capítulo

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Resumen: El arte de la retorica de Aristóteles


Libro 2 Capitulo 5:
El temor y el Valor

Sea el temor cierta pena o turbación que resulta de la imaginación de un mal inminente, dañoso o triste; porque no todas las cosas malas se temen, como por ejemplo ser uno injusto o tardo, sino cuantas puedan conllevar grandes penalidades o daños. Así pues, si esto es el temor, es necesario que sean temibles aquellas cosas que parecen poseer una gran capacidad de destruir o de causar daños, que tiendan con fuerza a una gran tristeza. Por eso son también temibles las señales de tales cosas; porque lo temible parece estar cercano; ya que esto es precisa-mente el peligro: la proximidad de lo temible. Y tales son entonces la enemistad y la ira de los que tienen poder para hacer algo; porque es evidente que quieren ponerlo por obra, de manera que están muy cerca de la acción. Y también es temible la virtud ultrajada que tiene poder; porque es evidente que siempre tiene intención de obrar, puesto que ha sido ultrajada, y ahora además tiene poder para hacerlo. También son temibles los que han sido víctimas de alguna injusticia o al menos se creen tales, porque estos acechan siempre la ocasión. Y los que han delinquido, cuando tienen poder, son también temibles, por el temor que sienten ellos a su vez de ser víctimas de alguna venganza. Y lo son los que son temibles para quien es más fuerte que uno; porque todavía más podrían dañarle a uno que aquellos, si pueden hacerlo a los que son más fuertes. Y aquellos a quienes temen los que son más fuertes que uno, y por la misma razón. Y lo son también los que han eliminado o vencido a los que son más fuertes que uno; y los que han agredido a los que son más débiles que uno; porque, o eran ya temibles antes, o lo son ahora por haberse crecido. Todas las cosas temibles son aún más temibles, cuando, una vez cometida la falta, no es posible rectificar, sino que la enmienda es totalmente imposible o no está en uno mismo, sino en los contrarios. Hablando en general, son temibles todas las cosas que, cuando les ocurren o amenazan ocurrirles a los demás, merecen compasión. Así pues, las cosas temibles y las que en realidad se temen, son casi estas las mayores, por así decirlo; digamos ahora en qué estado de ánimo están los que temen. Es necesario, pues, que teman los que piensan que pueden sufrir algo, y a aquellos de quienes les puede venir esto, y aquellas cosas que pueden suceder y las veces que les puedan suceder. Pues no piensan poder padecer daño ni los que están en gran prosperidad, ni los que creen estarlo. La prueba está en que el miedo nos hace considerados, y nadie delibera o considera sobre las cosas desesperadas. De manera que, cuando sea mejor que los oyentes teman a alguien, es conveniente disponerlos diciéndoles que están en condiciones de que les ocurra algo; porque también otros mayores que ellos han sufrido. Y tampoco se siente temor, si no se ha cometido injusticia contra nadie, o solo contra pocos, o contra aquellos de quienes no se teme nada. Y, generalmente, tampoco se teme si se está en buena situación respecto de los dioses, en otras cosas y en las que vienen confirmadas por señales y oráculos. . Y así se ha hablado ya de lo que se refiere a las cosas temibles y a las que infunden valor.

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